" El chiringuito de Conde Pumpido."
Quince días más de espera para la imputada. O más tiempo para que la defensa hilvane alguna argucia salvadora, una trampantojo indigerible para impugnar el juicio por indefensión o por defectos de forma, dado que las pruebas contra su cliente resultan abrumadoras. O un compás de espera para que el inquebrantable Peinado se ablande, mediante presiones y acosos, y tenga a bien rebajar su empecinamiento en impartir justicia. ¿Quién defiende al juez del caso Begoña? ¿Quién ampara su nombre, avala su trabajo, protege incluso su vida y la de su familia? De momento, sólo se escuchan los aullidos de la cacería desatada por miembros del Ejecutivo, escupiendo espumarajos sobre su nombre, algo tampoco muy frecuente en las democracias de nuestro alrededor. Quizás en la antigua Albania.
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