miércoles, 6 de noviembre de 2024

Siempre ocurre lo mismo, en idénticas circunstancias: Las catástrofes, cíclicas e imprevisibles. El altruismo y la generosidad del grueso del personal, encomiable. La profesionalidad y entrega del Ejercito y de las Fuerzas del Orden, un orgullo. La puta condición humana de saqueadores y piratas, repugnante. La miseria moral de los supremacistas, golpistas y antisistema, vomitiva (en su línea). El señalamiento de culpa entre unos y otros, un clásico. La dignidad y el saber estar de la Monarquía, ejemplar. La manipulación de la prensa paniaguada, de vergüenza. El acomplejamiento de la derecha, exasperante… Pero, si al combinado le añadimos el sectarismo, el revanchismo, la chulería, la deslealtad, la soberbia, la mendacidad, la felonía, el narcisismo y la cobardía del presidente más indecente de Occidente, pues tenemos lo inevitable y que ya se percibe con nitidez: Un Estado fallido, que avanza hacia una dictadura bolivariana a velocidad uniformemente acelerada.       

Plácido López Torres

https://www.eldebate.com/opinion/20241106/diferencias_242241.html

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