Una UE que esta semana se dispone a hacer vicepresidenta de Competencia y Transición Verde a una sectaria, además de inutil, como Teresa Ribera, corresponsable del desastre de Valencia y directamente culpable del cierre de las nucleares españolas, aunque muy partidaria de la energía nuclear en Europa, necesitada como está del voto francés para lograr sentar su culo gordo en Bruselas.
Los españoles hemos asistido estos días a un curioso fenómeno. Una mayoría de medios, en auténtica orgía tertuliana, ha decidido sentar en el banquillo del psicólogo a los cerca de 80 millones de estadounidenses que han votado a Trump. Porque o están locos o son unos fachas o ambas cosas a la vez. Y es que, ¿cómo han podido elegir a alguien detestado por la progresía mundial? ¿Cómo diablos se puede votar a un tipo que no le gusta a Pepa Bueno, por favor? El diario de Prisa ha calificado a esos votantes de “cohorte extravagante de negacionistas, multimillonarios y racistas paranoicos. Gente desinformada de ultraderecha, racistas y misóginos”. Leído en el editorial del jueves 7: “El triunfo de Trump hace temer legítimamente tiempos oscuros para quienes creen que la democracia solo sobrevive si las instituciones y la ley se ponen por encima de los caprichos personales de los gobernantes”. Lo dice el periódico que se ha convertido en felpudo donde limpia sus zapatos un bandido, un tipo que diariamente se pasa la ley por la entrepierna y que lleva desde 2018 arrastrando las instituciones por el barro. Un enemigo de España y de su democracia.
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