miércoles, 26 de febrero de 2025

 Palabras


El desmantelamiento de EXPAÑA no ha sido fruto de la casualidad ni del azar, sino de una estrategia sostenida en el tiempo, ejecutada con una pasmosa meticulosidad por los distintos actores del espectro político, sin distinción aparente entre izquierda y derecha. Desde 1978, la llamada “Constitución que nos hemos dado" ha servido de coartada para un proceso paulatino de descomposición nacional, cimentado en una educación sectaria que ha reducido la formación intelectual y cultural a un amasijo de superficialidades, dogmas y mentiras.

Este proceso ha tenido hitos claros: la ruptura deliberada del consenso histórico, la sustitución del mérito por la propaganda y la cesión sistemática del poder a minorías cuya única lealtad es a su propio interés. La historia de EXPAÑA ha sido rescrita con fines ideológicos, promoviendo un relato victimista y fragmentario que justifica la demolición del orden constitucional en favor de un modelo tribal de reparto de privilegios.

La derecha, lejos de oponerse a esta deriva, ha actuado como comparsa, bien por desidia, bien por cobardía. Su obsesión por la gestión económica la ha vuelto ciega ante el desmoronamiento de los pilares que sostienen la nación. Mientras tanto, la izquierda ha sabido construir un régimen donde la hegemonía cultural y mediática es absoluta, garantizando que el debate público quede reducido a consignas huecas y exabruptos emocionales.

El resultado es una sociedad narcotizada, incapaz de reconocer el desguace de su propio país, y una juventud domesticada por el pan y circo de las redes sociales. Quienes han orquestado este proceso han conseguido que la verdad resulte irrelevante y que cualquier atisbo de resistencia sea tachado de extremismo. EXPAÑA no se está hundiendo, la están hundiendo. Y lo peor es que ya ni siquiera nos dejan gritar mientras nos ahogan.

La “revolución cultural” sería el siguiente paso: transformar la forma en que la sociedad percibe la realidad, su identidad y sus valores, desmontar décadas de ingeniería social que han condicionado una población apática, fragmentada y fácilmente manipulable. Haría falta recuperar el orgullo por la excelencia, el esfuerzo, la independencia de criterio y el espíritu crítico. “Desintoxicar” la cultura de esa tendencia autodestructiva que a veces impera en EXPAÑA, donde se glorifica lo mediocre y se castiga lo brillante.

https://www.eldebate.com/opinion/20250226/historia-reciente-espana-jovenes-jovenas_273707.html

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