Palabras. Los enemigos de EXPAÑA ya ni siquiera se molestan en ocultarse, se pasean por sus instituciones con la seguridad de quien se sabe intocable, aplaudidos incluso por aquellos que, en teoría, deberían plantarle cara. Ya nos lo advirtió don Jose Calvo Sotelo: “No es que en España falten patriotas, es que sobran traidores.” La disolución nacional no llega por asedio externo, sino por el aplauso de una casta política que ha interiorizado su propia rendición.
Aitor Esteban es solo un síntoma de este proceso, un personaje que ha hecho de la política un regateo constante, sin otro horizonte que el “¿qué hay de lo mío?”, tan propio del PNV. Su arrogancia impostada, su desprecio altanero hacia los expañoles y su chantaje continuo han sido premiados con reconocimiento casi unánime en el Congreso. ¿Qué mayor prueba del estado de descomposición de EXPAÑA que la ovación a quien ha pasado dos décadas socavándola?.
Lo peor de todo no es el Esteban de turno, sino la sumisión generalizada. Mientras se sigue cediendo poder a quienes han hecho del agravio y la insidia su única bandera, EXPAÑA se convierte en un mero espacio geográfico donde la lealtad nacional se percibe como algo anticuado, cuando no directamente como una afrenta. Se ha normalizado el desdén y hasta la traición, envueltos en la jerga tecnocrática del “diálogo” y la “convivencia”. Y así, con la complicidad del oportunismo y la cobardía, se avanza hacia la irrelevancia con paso firme.
https://www.eldebate.com/opinion/20250328/adios-aitor-no-vuelves-casi-mejor_283043.html
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