lunes, 12 de mayo de 2025

La primera clave esencial de este populismo asambleario, más propio de la izquierda dogmática que invocan los autócratas iberoamericanos que de la Europa de las democracias liberales, es la sustitución progresiva del Parlamento por un Tribunal Constitucional que usurpa las funciones jurisdiccionales del Tribunal Supremo. De este modo, el sanchismo ha logrado que su disciplinado comisariado político del Tribunal Constitucional sea quien realmente legisle suplantando a la soberanía nacional. Y, en segundo lugar, estamos ante la evidencia de que es el Gobierno quien decide qué se vota o qué no, independientemente de lo que establezca la Constitución.Abierta la veda, imaginemos entonces otra consulta popular más allá de la OPA entre BBVA y Banco de Sabadell. Por ejemplo, que ciudadanos como Milton Friedman, Chiquilicuatre, Pedro Picapiedra o Paco Jones voten si consideran delictiva o no la conducta de Begoña Gómez o de David Sánchez. Si la farsa saliese con una mayoría del ‘no’, el Gobierno gozaría de un aval similar al que obtuvo Pablo Iglesias de sus bases con la compra de un chalé en Galapagar. Esta broma para incautos podría quedar ahí, pero en realidad tiene un fondo inquietante. Nada de lo que hace el sanchismo es inocuo. Es la raíz para imponer un argumento asambleario que sustituya a la auténtica soberanía nacional por otra soberanía, una soberanía popular de ficción.

https://www.vozpopuli.com/opinion/pobre-sanchez-nadie-le-quiere.html

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