Pudo haber asumido que, desde el mismo instante en que Sánchez, Koldo García, Santos Cerdán y él se subieron al famoso Peugeot para recorrer España en busca de bases resentidas contra ese PSOE que puso a su secretario general las cajas de cartón en la puerta de Ferraz, ya se estaba organizando una trama criminal. Pudo haber reconocido que todo fue un sistema ideado para enriquecerse ilícitamente con el poder, para organizar bacanales, ponerse finos de marisco y tomar el pelo al ciudadano con sus mensajes monjiles sobre la mujer y con su puritanismo hipócrita de la regeneración, la limpieza democrática, la transparencia y la dedicación al prójimo. Hoy ya sabemos que todo era populismo barato de progres bien y chonis de polígono. Pero Ábalos no lo hizo. Lo hace ahora, y a medias, arrojando la piedra y escondiendo la mano. No estaba solo en el estercolero, y no va a consentir que se piense eso. Ese es su mensaje
https://www.vozpopuli.com/opinion/abalos-aun-esta-a-tiempo-de-que-espana-le-admire-por-algo.html
Producía ternura escuchar a Bolaños ante Alsina: “Estamos hablando de la posible filtración de un documento que ni siquiera se conoce oficialmente, que puede ser cierto o falso. El mero hecho de que se discuta públicamente ya supone cuestionar la honorabilidad de una persona, sin garantías. ¡Qué indefensión más absoluta!”.
Hay una hipótesis que, de alambicada, resulta inverosímil: la filtración de mensajes es una confabulación organizada y consentida por todos, Sánchez incluido, para promover la nulidad del caso por indefensión y vulneración de derechos.
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